Teo y el Lobo
Hace muchísimos tiempo en un reino muy lejano vivía un enano
llamado Teo. Vivía en una aldea de enanos muy alegres. Se lo pasaban cantando,
trabajando en los campos, tejiendo, haciendo deliciosos pasteles y mermeladas.
Sin embargo, la familia de Teo era muy pobre, porque sus padres eran muy
mayores y no podían trabajar como los otros enanos. Teo era un enano muy valiente,
pero un poco tímido, por eso los demás enanos pensaban que era algo flojo, ya
que Teo nunca se les acercaba, ni habla con ellos por lo que se quedaba muy sólo y
no trabajaba con ellos de sol a sol.
Un día Teo mientras veía a los otros enanos trabajar, decidió
que ya era el momento de irse de casa. Primero, porque sus padres no podían
mantenerlo y segundo, porque se sentía tan triste de que los otros enanos se
burlaran de él y le llamaran flojo, así que, sin pensarlo mucho decidió irse a luchar contra los
orcos, eran criaturas muy feas, sucias que caminaban encorvados, destruyendo
todo lo que había por su paso. Estos seres horribles estaban atacando la ciudad
y el rey necesitaba soldados. Teo agarró su hacha y su mazo, y se unió a las
tropas como un soldado del rey.
Pasaron muchos años hasta que acabó contra los orcos. El rey muy
agradecido con los enanos, les dijo que ya se podían ir a sus aldeas a seguir
trabando y a descansar, pero Teo no tenía donde ir porque sus padres ya habían
muerto y sus hermanos ya no estaban en su aldea. Por lo que decidió quedarse en
la ciudad y conseguir trabajo.
Después de pedir trabajos en montones de sitios, nadie le quiso
dar a Teo trabajo, ya que era pequeño y necesitaban personas muy altas para
poder reconstruir la cuidad.
Teo con mucha pena, pero sin perder su valentía y la esperanza
de conseguir un trabajo, echo andar para otro pueblo en busca de trabajo.
Mientras Teo iba andando, no se dio cuenta que tomo el rumbo equivocado y de
repente se dio cuenta de que estaba perdido en un inmenso bosque de gigantescos
árboles.
Teo camino durante horas y horas y de repente de la
desesperación y la tristeza comenzó a llorar. De pronto, escuchó unos pasos,
parecían pisadas de un animal grande, ya que la hierba crujía. Teo miró a todos
los lados pero no vio nada. Siguió andando, pero de pronto escuchó un fuerte aullido
(auuu). Teo se asustó, intentó subirse a un árbol para poder ver que era esa
cosa que se acercaba y protegerse, pero tropezó con una rama y quedó tumbado en
la hierba.
De pronto, se le acercó un inmenso lobo, de patas enormes, con un
hocico puntiagudo y unos dientes muy afilados. El lobo caminaba lento hacia él,
pero Teo se puso de pie saco su hacha y su mazo para defenderse. Cuando el
lobo ya estaba muy cerca de Teo le preguntó:
-
Te he oído llorar por el bosque,
y por eso me he acercado.
A lo que el enano Teo
respondió:
-
¡A ti que te importa por lo que
estaba llorando si solo vas a comerme!
Y el lobo se echó a
reír y le dijo:
-
¡No seas tonto! Tranquilo no
voy hacerte nada. No puedo negar que serias una cena muy rica (¡Mmmm!). Pero te
alegrará saber que soy un lobo vegetariano. Solo quiero ayudarte...
Teo más tranquilo bajo su hacha y su mazo y le dijo al lobo que
se largara porque no estaba para bromas.
El lobo meneando su cola le dijo ya me dado cuenta de que eres un
enano muy valiente, pero tienes que confiar. Teo le contestó que no confiaba en
él y menos en un ¡lobo vegetariano! El lobo algo molesto le dijo:
-Sé que no soy de confiar, pero sé que tienes problemas, no
tienes donde ir, ni que comer y de paso estas perdido en este gran bosque, pero
yo soy un lobo bueno, vengo a ayudarte y tú me hablas así, pues bien me voy.
Pero Teo que era muy listo, se dio cuenta que el lobo tenía
razón y le dijo:
-
¡Vale, vale!, tienes razón ¡que
más me da, no puedo perder más! Dime ¿Cómo me podrías ayudar?
El lobo dijo a Teo que tendría que estar cuatro años sin
cortarse la barba, el pelo, ni ducharse. No podría dormir nunca en un mismo
lugar, sino que tendría que ir caminando de pueblo en pueblo durante todo ese
tiempo. El lobo le dijo que él le daría mucho oro para que pudiera vivir y si
sobrevivía sería muy rico. Y le explicó cómo podría conseguir todas las monedas
de oro. Teo solo tenía que colocar sus manos sobre sus bolsillos y decir ¡Abracadabra
quiero oro hoy y no para mañana! Y (¡plin!, ¡plan!, ¡plun!, ¡pufff!) tendría
mucho oro. Eso sí, le recomendó que hiciera una casa y guardara todo el oro que
pudiese (solo tendría dos días para construirla), porque si ganaba el reto, sería
rico, pero lo más curioso del trato era que mientras pasara el tiempo, Teo se
iría haciendo pequeño, hasta convertirse en una libélula. Su piel iría
cambiando a un color marrón hasta llegar a verde, le saldrían unas pequeñas alas
y un rabo luminoso.
Teo muy serio le preguntó al lobo:
-
Vale, acepto, soy fuerte y
valiente para poder cumplirla, pero ¿Y tú que ganaras si yo pierdo?
El lobo caminando y meando la cola le dijo
riéndose:
-
Si tú pierdes, te convertirás
en una libélula, porque este lobo no tiene amigos, este bosque está
encantado y solo vivo yo. Fui castigado por las ninfas del bosque y no puedo
salir de aquí nunca más.
Teo le dijo que el aceptaría el trato cogió su hacha y su
mazo y se puso en marcha hacia el camino que le indicaba el lobo para salir del
bosque.
Teo construyó en dos días como se lo dijo el lobo, una bonita
casa y un gran molino de agua, que le daría agua fresca para beber
a él y a los enanos de su aldea. Enseguida, guardo mucho oro debajo de su cama
por si ganaba el reto tener dinero para vivir una buena vida.
Teo con su hacha y su mazo se marchó y comenzó a andar por
muchos pueblos de la ciudad. Al principio la gente eran muy amables con él,
porque era tan bueno que ayudaba a las personas que lo necesitaban dándoles oro
o ayudándoles a construir.
Pero, el tiempo fue pasando y las cosas comenzaron a cambiar,
Teo se fue volviendo más pequeño, tenía los cabellos y su barba muy larga, su
piel ya estaba muy morena. Estaba un poco sucio y su ropa se estaba volviendo
gris y fea. De modo, que cuando Teo llegaba a los pueblos las personas ya no
eran amables con él, no lo querían ni mirar y ni tan siquiera le querían aceptar
su ayuda, ni construir con ellos casas.
Teo no comprendía por qué
lo trataban tan mal y lo echaban de los pueblos. Se sentía muy triste. Un día
caminado por las afueras de un pueblo, Teo se paró a beber un poco de agua, al
acercarse, vio reflejado su terrible aspecto, su pelo y barba habían crecido
mucho más hasta tocar el suelo. Pero lo que más le impresionó fue que era mucho
más bajo de lo normal y por detrás en su espalada tenía dos bultos ¡eran las
alas! que ya comenzaban a salir. En ese momento Teo comprendió que se estaba
convirtiendo en una pequeña libélula, como se lo dijo el lobo.
Teo se quedó impresionado de su aspecto feo, pero vio dos
bonitos trébol que parecían saludarle y se los guardó en uno de sus bolsillos y
siguió caminando. Ya comenzaba a atardecer, cuando de repente Teo a lo lejos
vio a un señor enano que apoyaba su cabeza en sus manos y de sus ojos salían lágrimas.
Teo se acercó y le preguntó al viejo enano:
-
Disculpe señor, ¿Le pasa algo?,
¿Puedo ayudarle?
El viejo enano no sabía de donde venía esa voz un poco chillona,
pero bajo su cabeza, vio a un enano como el pero más pequeño y comenzaron
hablar. El enano Rock que era como se
llamaba, le contó que los orcos, destruyeron sus cultivos de manzanas y no tenía
nada de dinero, pero lo que más le preocupaba, eran sus tres hijas. Si él moría
ellas se quedarían solas, sin dinero y ningún enano se casaría con ellas.
Teo dijo:
-
Señor Rock, no se preocupe ¡YO
LO AYUDARÉ!
Y de inmediato Teo froto sus bolsillos y pronuncio las palabras
mágicas: - ¡Abracadabra quiero oro para hoy y no para mañana! Y - ¡plin!, ¡plan!,
¡plun!, ¡pufff! apareció un monto de oro que caían de sus bolsillos. Cogió un puñado
y se lo dio al viejo enano. Rock se quedó muy sorprendido y le invito a su casa
porque se sentía muy agradecido con él.
Al llegar a la casa del señor Rock, llamo a sus hijas Violeta,
Estrella y Daniela, que bajaron como locas por las escaleras, menos la pequeña
Daniela. Violeta y Estrella al bajar la vista y ver al pequeño enano, con esos
pelos y aquella barba larguísima, y esas dos espantosas alas, pusieron cara de
asco, se rieron y dijeron al mismo tiempo:
-
¡Eres un pequeño bicho feo! Y
se fueron riéndose a sus habitaciones.
Teo le dio mucha vergüenza y se puso triste, pero el Rock y la
pequeña Daniela le consolaron y se alegró mucho.
Teo y Daniela se quedaron hablando toda la noche. A Teo le gustó
mucho ella ya que era muy guapa, simpática, graciosa y dulce. Esa misma noche
se enamoraron el uno del otro y antes de que Daniela se fuera adormir Teo le
dijo:
-
Daniela, mañana me tendré que
ir y no podré volver hasta dentro de dos años y te quiero preguntar algo ¿Me
esperarás?
Daniela le respondió:
-
Claro que te esperaré.
Teo dio un salto de alegría y le dijo que volvería a por ella, pero
antes de irse saco de su bolsillo los dos hermosos tréboles. Y le dio uno a
ella, diciéndole:
-
Daniela, te doy este trébol
como muestra de mi amor. Guardarlo. Yo tengo uno igual.
Daniela cogió el trébol, lo guardo en un libro, le dio un beso
en la mejilla a Teo y se marchó.
Pasaron los dos años y Teo termino la apuesta que hizo con el lobo.
Teo ya era una pequeña libélula, así que entro al bosque volando y aterrizo en
la rama de un árbol, para que el lobo pudiese verlo y gritando con mucha fuerza
llamo al lobo:
-
¡Lobo, lobo, lobo! ¡Aquí estoy
ya cumplí el trato y he ganado!
El lobo apareció detrás de un árbol y le rugió sin que Teo se
diera cuenta. Teo casi se cae del árbol pero sus dos alas lo mantuvieron en el
aire. Teo furioso le dijo al lobo:
-
¡Déjate de tonterías y
transformame en un enano normal!
El lobo riéndose y le dijo:
-
¡Me encanta tu nuevo aspecto! ¿Porque
no te lo piensas bien y te quedas conmigo?, pero el lobo se dio cuenta que Teo
estaba muy serio y le dijo: - ¡Muy bien, te convertiré en un aburrido enano!
El lobo se colocó al frente de Teo, chasqueó sus pastas e hizo
que desapareciera todo el polvo, el barro que le cubría y que brillara como
antes, por ultimo empezó a crecer hasta que llego a su altura de antes.
Teo ya había recuperado su aspecto normal, así que bajo de la
rama antes que se rompiera y le dijo al lobo que ya se tenía que ir, pero antes
de ir a por Daniela, pasó por su aldea. Los enanos al verle se quedaron
sorprendidos y todos fueron corriendo hacia él y le pidieron disculpas por
haberle tratado mal y que ahora sabían que era el enano más valiente de todo el
mundo. De paso le dieron las gracias por el gran molino de agua que construyó
para el pueblo y para él. Se despidieron de él y se fue a casa de Daniela.
Al llegar Teo llamo a la puerta y Daniela abrió. Al verle no
supo quién era, pero cuando se acercó más vio que era la mirada y los bonitos
ojos de Teo, así que en ese momento, Teo le enseñó su trébol y ella saco el
suyo. Teo agarro dulcemente a Daniela y se dieron el beso más tierno de toda su
vida.
Y este cuento se acabó y el viento se lo llevó y cuando lo vuelva a encontrar, te lo volveré a contar!!
Y este cuento se acabó y el viento se lo llevó y cuando lo vuelva a encontrar, te lo volveré a contar!!